domingo, 25 de septiembre de 2011

La historia de Eva y Álvaro (II)

Eva y Álvaro caminaban juntos por las calles oscuras y escurridizas de Barcelona, en una noche clara y estrellada. En realidad, Álvaro pensaba que era estrellada, ya que con los edificios, no se veía el cielo. Pero solo con ver de lejos el resplandor de la chica que tenía al lado, ya le llegaba para pensar que parecía de día. Nunca había visto a alguien igual; en verdad había visto muchas chicas guapas, pero Eva era especial... Como mágica. Parecía un hada.


 Eva se sentía cada vez más incómoda con las miradas de adoración del chaval. Había accedido a dejarlo acompañarla hasta el hotel, pero llevaban diez minutos andando y no se habían cruzado ni una palabra, y por eso, no paraba de buscar un tema de conversación apropiado.

 -¿Así que tu madre es prostituta?- Al momento de decirlo, Eva se sintió morir. Es cierto que lo pensaba desde hacía un buen rato, pero, ¿como se le podía haber escapado? Cuando se ponía nerviosa, tendía a hacer esas cosas. Bueno, por lo menos, hablarían de algo, aunque fueran insultos.

 Para sorpresa de Eva, en vez de enfadarse, el chico se rió. Rió y rió un buen rato, hasta que, con lágrimas en los ojos, la miró divertido.

 -Tranquila, mucha gente me lo pregunta, no te voy a morder. No, mi madre no es prostituta, posa para pintores. Es su musa. Antes tenía un club, pero ahora recibe a sus clientes en casa, y como no es muy grande, lo hacen en mi habitación, que es la que tiene más espacio. Por eso salgo a pasear. Es un poco incómodo para mí- de repente, la expresión del chico cambió, dando paso al desconcierto- No recuerdo haberte dicho nada de mi madre. Es más, no recuerdo haberte dicho nada. ¿Cómo sabías eso?

 Eva se sintió morir. Claro que no le había dicho nada, no habían cruzado una mísera palabra. "Joder" pensó "¿Y ahora que digo?" Utilizando su gran imaginación, Eva se inventó una historia medianamente creíble en dos décimas de segundo.

 -Bueno, es que en realidad te conozco. Aunque tú no me reconoces. Soy una antigua compañera tuya de clase, pero nunca llamé mucho la atención, porque era un poco empollona. Te conozco bastante bien, a mi mejro amiga le gustabas, asi que podría escribir una biografía tuya sin problemas.

 -Ah. Que susto. Pensé que eras una loca de esas que lee la mente.

 Al oír esas palabras, Eva no pudo evitar pensar: "Irónico"

lunes, 12 de septiembre de 2011

La historia de Eva y Álvaro (I)

Eva corría por las callejuelas mal iluminadas de Barcelona, la Barcelona que hacía tres años que no veía y la que, a pesar de todos sus esfuerzos, no consiguió olvidar. Como dijo un filósofo disfrazado de escritor, Barcelona es una ciudad mujer, una ciudad bruja, que te hechiza y te hipnotiza, cambiándote por dentro y por fuera, y haciéndose un hueco en tu alma, para que nunca puedas olvidarla. A Eva le había pasado justo eso. Sin embargo, sabía que, si por casualidades del destino, volvía a Barcelona, acabaría muerta. Las heridas del corazón no se olvidan en tres años, eso Eva lo sabía, y ahora, al intentar escapar de las sombras que la hacechaban, sabía que la culpa era totalmente suya, por haber sido tan ingenua, y haber vuelto tan pronto.

 El vestido, de seda y gasa color coral, largo hasta el suelo, y los tacones de por lo menos diez centímetros, no ayudaban en su intento de huída, pero si intentaba parar para quitarselos, las sombras la alcanzarían. Las callejuelas por donde ellos, víctima y secuestradores,corrían, se hacían cada vez más estrechas, y con el suelo más irregular, y Eva veía inminente su caída, cuestión de minutos, si no segundos. Cada vez le costaba más fijar la vista, de repente todo se volvió borroso y...



          

 Álvaro había salido hacía una hora, más o menos, invitado por su madre. Como la habían echado del club, ahora ella recibía a sus clientes en casa, y a Álvaro no le gustaba demasiado estar presente. Salía todos los días, y a falta de amigos, daba un tranquilo paseo por las calles cercanas a su casa, de una media hoa o así, y retomaba el camino de vuelta. Pero ese día, no sabía por qué, las calles por las que pasaba todos los días tenían como un encanto especial, como si se hubiesen engalonado para recibir una visita esperada. Eran más de las once de la noche, cuando Álvaro percibió unos pasos, como de tacones, viniendo directamente hacia él. Cuando se giró, solo pudo divisar la sombra de una larga cabellera rubia antes de que la chica se cayera en sus brazos.

 La chica se había desmayado, y estaba pálida como una muerta, pero aún así era guapísima. El largo pelo que Álvaro había visto estaba peinado con tirabuzones peinados a propósito, como si la chica viniese de una fiesta. Su rostro era delicado y fino, como el de las mujeres del siglo XIX, y su cuerpo era menudo y blanco, como si tuviese alergia al sol. No era muy alta, aunque los tacones ayudaban bastante a que su figura fuera más esbelta, así que Álvaro se imaginó que la chica, en zapatillas de andar por casa, debía medir como mucho un metro sesenta escaso. De repente abrió los ojos, y lo primero que hizo fue incorporarse y mirar hacia los lados, como si la persiguise alguien. Al ver que estaban solos, la chica se relajó, y entonces fué cuando le miró e, incorporándose, le dedicó una de las sonrisas más hermosas que Álvaro había visto nunca. Cuando sonrió, el rostro de la chica se iluminó de una manera sobrenatural, deslumbrándolo.

 -Muchísimas gracias- le dijo la chica. Su voz era como ella, débil y aguda- No se que me ha debido de pasar, debe de haber sido un mareo, o...

 -No te preocupes. A todos nos pasa a veces. Encantado, soy Álvaro- le dijo, tendiéndole la mano.

 -Yo soy Eva.


                                          

jueves, 25 de agosto de 2011

all I need to survive this world,

is a glance of your eyes that touched my soul

sábado, 18 de junio de 2011