lunes, 12 de septiembre de 2011

La historia de Eva y Álvaro (I)

Eva corría por las callejuelas mal iluminadas de Barcelona, la Barcelona que hacía tres años que no veía y la que, a pesar de todos sus esfuerzos, no consiguió olvidar. Como dijo un filósofo disfrazado de escritor, Barcelona es una ciudad mujer, una ciudad bruja, que te hechiza y te hipnotiza, cambiándote por dentro y por fuera, y haciéndose un hueco en tu alma, para que nunca puedas olvidarla. A Eva le había pasado justo eso. Sin embargo, sabía que, si por casualidades del destino, volvía a Barcelona, acabaría muerta. Las heridas del corazón no se olvidan en tres años, eso Eva lo sabía, y ahora, al intentar escapar de las sombras que la hacechaban, sabía que la culpa era totalmente suya, por haber sido tan ingenua, y haber vuelto tan pronto.

 El vestido, de seda y gasa color coral, largo hasta el suelo, y los tacones de por lo menos diez centímetros, no ayudaban en su intento de huída, pero si intentaba parar para quitarselos, las sombras la alcanzarían. Las callejuelas por donde ellos, víctima y secuestradores,corrían, se hacían cada vez más estrechas, y con el suelo más irregular, y Eva veía inminente su caída, cuestión de minutos, si no segundos. Cada vez le costaba más fijar la vista, de repente todo se volvió borroso y...



          

 Álvaro había salido hacía una hora, más o menos, invitado por su madre. Como la habían echado del club, ahora ella recibía a sus clientes en casa, y a Álvaro no le gustaba demasiado estar presente. Salía todos los días, y a falta de amigos, daba un tranquilo paseo por las calles cercanas a su casa, de una media hoa o así, y retomaba el camino de vuelta. Pero ese día, no sabía por qué, las calles por las que pasaba todos los días tenían como un encanto especial, como si se hubiesen engalonado para recibir una visita esperada. Eran más de las once de la noche, cuando Álvaro percibió unos pasos, como de tacones, viniendo directamente hacia él. Cuando se giró, solo pudo divisar la sombra de una larga cabellera rubia antes de que la chica se cayera en sus brazos.

 La chica se había desmayado, y estaba pálida como una muerta, pero aún así era guapísima. El largo pelo que Álvaro había visto estaba peinado con tirabuzones peinados a propósito, como si la chica viniese de una fiesta. Su rostro era delicado y fino, como el de las mujeres del siglo XIX, y su cuerpo era menudo y blanco, como si tuviese alergia al sol. No era muy alta, aunque los tacones ayudaban bastante a que su figura fuera más esbelta, así que Álvaro se imaginó que la chica, en zapatillas de andar por casa, debía medir como mucho un metro sesenta escaso. De repente abrió los ojos, y lo primero que hizo fue incorporarse y mirar hacia los lados, como si la persiguise alguien. Al ver que estaban solos, la chica se relajó, y entonces fué cuando le miró e, incorporándose, le dedicó una de las sonrisas más hermosas que Álvaro había visto nunca. Cuando sonrió, el rostro de la chica se iluminó de una manera sobrenatural, deslumbrándolo.

 -Muchísimas gracias- le dijo la chica. Su voz era como ella, débil y aguda- No se que me ha debido de pasar, debe de haber sido un mareo, o...

 -No te preocupes. A todos nos pasa a veces. Encantado, soy Álvaro- le dijo, tendiéndole la mano.

 -Yo soy Eva.


                                          

2 comentarios:

  1. Me encanta!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

    Unbesooo


    atte:Iriaa

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  2. Una de mis opciones favoritas es Barcelona. Interesante historia ¿qué vendrá después? (:

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